«Y á propósito
de tu silencio, ¿en qué consiste que muchos de los que van al Nuevo Mundo
prometen escribir en seguida, y se pasan después años enteros sin enviar una
línea, á veces ni á sus familias? Porque lo que yo te reprocho, he oído que
otros han tenido que reprocharlo antes que yo á parientes y amigos. Sé que
estás bien, que has hecho dinero en el comercio y que por añadidura te has
casado con una hija de ese país: ¿Te ha costado mucho trabajo el hacer ese
dinero? ¿Cómo has podido trocar tu afición por las poesías de Petrarca, de
Giusti, de Parini, de Monti, de Leopardi, y tu admiración por la prosa de
Manzoni, tu manía de borronear el papel haciendo malos sonetos, –discúlpame la
franqueza,– con las estadísticas de los precios, los plazos fatales de las
letras de cambio, las engorrosas prácticas de las contrataciones y los actos é
incidentes prosaicos de las operaciones comerciales? ¿No hay medios de hacer
valer por allí la inteligencia? ¿Ó es que en el comercio es más fácil engañar á
los naturales, que desde luego supongo más torpes que nosotros? ¿Es la América
como la pintan? ¿Es verdad que por allí corren los miles como por aquí los
centenes, que hay tantas riquezas inexplotadas que aprovechar, tantos negocios
lucrosos que emprender, tantos medios de hacer fortuna en un dos por tres?
Háblame claro sobre esto, que ya sabes la confusión que aquí reina en todo lo
que se refiere á esos países, no obstante las muchas publicaciones hechas, y
los muchos italianos que allí han estado, y que van y vienen con mucha
frecuencia. Corren muchas mentiras por el mundo y no soy amigo de tragarme las
mayores.
¿Que hacen, de
que viven, á que se dedican tantos italianos como hay en ese país? ¿Que concepto
merecen á los naturales? ¿Hay periódicos italianos? ¿Son buenos ó malos? A la
verdad que es cosa que pica mi curiosidad, saber como pueden entenderse,
combinarse, armonizarse gentes de tantas nacionalidades y tan diversas lenguas,
orígenes, costumbres, manera de vivir y pensar. Debe ser un espectáculo
grandioso ver cómo allí hay lugar para todos y muchos más, mientras por aquí
todos sobramos y nos comemos unos á otros.»
Aníbal Latino, Tipos y costumbres bonaerenses. Buenos
Aires: Imprenta y Librería de Mayo, 1886.
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