«Una escopeta le
cruza el pecho. Lleva boina ladeada, camiseta, pantalón de trabajo y
alpargatas. Transpira y camina, de una punta a la otra del portón verde inglés.
Es febrero de 1944, un napolitano recién llegado cumple la orden de mi abuelo
Victorio. Nadie más que él, su mujer y sus hijos pueden entrar en la Casa
Grande. La casona de Viamonte 5329, en Chacras de Coria, Mendoza.
“La desgraciada
situación en que se han colocado los herederos impugnándose mutuamente hechos
graves e infringiéndose agravios” obligó al juez de la sucesión de Manuel
Cerutti a designar un administrador que no perteneciera a la familia porque “con
sus luchas y pasiones desatadas los herederos han perdido toda la noción de la
medida y de la serenidad”.
El padre de
Victorio, que había muerto en septiembre de 1943, dejaba una montaña de bienes
para repartir: la Casa Grande era la joya de su sueño americano. “Casi treinta
años de pleito”, decían en la familia. Expediente de cinco cuerpos; 1.114 fojas
de agravios, amenazas y citaciones. Más alguna que otra causa penal.»
María Josefina
Cerutti, Casita robada. El secuestro, la
desaparición y el saqueo millonario que el almirante Massera cometió contra la
familia Cerutti. Buenos Aires: Sudamericana, 2016.
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