Nacimiento
de Esperanza
(8
de setiembre de 1856)
In nativitate tua
gaudebit
universa terra.
1
Con
tu nacimiento se alegró la tierra.
Fue
el día de la Virgen.
No
fue un día cualquiera.
Júbilo
de campanas
a
lo largo de América.
Fue
el ocho de setiembre.
Alabado
sea.
Hombres
y mujeres habían llegado
de
lejanas tierras.
—Grupos
de palomas a los árboles
llegan
de igual manera—.
Habían
atravesado el mar
—nieblas—;
habían
alcanzado el “pariente del mar”
—ceibos,
palmeras—;
habían
llegado a Santa fe
—naranjos,
arena—;
habían
avanzado hacia la pampa india
—leguas—;
habían
dormido de cara al cielo
—estrellas—;
junto
al Salado árido
—culebras—;
las
mujeres, de oro;
los
hombres, como de piedra.
[…]
3
Fue
el día de la Virgen.
No
fue un día cualquiera.
Camino
de su rancho y de su árbol,
van
hombres y bestias;
van
en familia, lentos,
sobre
la tierra eterna.
Éste
es el toro que hunde
su
bramido en la selva;
ésta
es la vaca
con
la miel en la lengua;
éste
el can
que
guardará la puerta;
éste
el mozo del puñado de trigo
apretado
con fuerza;
éste
el niño que duerme;
ésta
la niña bella,
y
ésta la madre grávida,
por
caerse en la hierba.
Se
parece a la Virgen,
la
noche de la estrella.
Fue
el ocho de setiembre.
¡Alabado
sea!
José Pedroni, Nueve
cantos (1944) en Antología poética.
Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 2008.
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