«Giacomo
Puccini siempre trató de imaginar los primeros tiempos que pasó su hermano
Michele en San Salvador de Jujuy, ese lugar ignoto, de nombre indígena, sonoro
como de flauta o silbido de pastores. Lo cierto es que Michele llegó a Jujuy
como invitado especial del Senador de la Provincia. Todo era exaltación y
agasajos, paseos y tertulias. Los diarios de Buenos Aires hablaban de la
llegada del joven músico a la Argentina y colmaban de elogios su figura
mientras anunciaban las próximas obras de Giacomo, el gran triunfador. Sin
embargo en la soledad de su cuarto, Michele sentía una gran desazón pues no acertaba
a desentrañar la realidad; las cosas y los acontecimientos le parecían un
sueño. Se miraba al espejo y experimentaba cierta extrañeza ante sus manos, sus
ojos, su pelo, su vestimenta. ¿Cómo había podido llegar tan lejos de Italia, a
esa pequeña ciudad arrinconada entre los Andes y el altiplano de Bolivia?»
Liliana
Bellone, Puccini. La biografía americana.
Madrid: Editorial Verbum, 2019.
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