martes, 28 de febrero de 2017

Sobre la inmigración italiana en la Argentina, por Enrico Ferri (1909)



«En la Argentina la vida es mucho más fácil que en Italia. Esta es la impresión que se recibe. La vida cuesta el doble de lo que vale en Italia, pero las ganancias son de más del doble, tanto para los obreros como para los profesionales. La Argentina se ha vuelto uno de los países mayores exportadores de cereales y la tierra es allí tan fértil que produce además del trigo, el maíz, la alfalfa y el lino. Y la tierra es tan fecunda que, por ejemplo, del lino no se utiliza la fibra textil, vendiéndose sólo la semilla. Y la Argentina produce azúcar y produce vino. En Mendoza, cerca de la cordillera, he admirado a los italianos productores de centenares de miles de hectolitros al año. Pero ese vino no basta al consumo, porque, además de ser la viña escasa, una bordalesa (cerca de 200 litros) para ir de Mendoza a Buenos Aires paga en el ferrocarril de 18 a 20 liras, mientras que una bordalesa de vino italiano paga de 12 a 13, y aún menos, de Génova a Buenos Aires. El problema cada vez más grave es que en las provincias centrales de la Argentina (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba) se han vuelto escasas las tierras públicas o baldías. En la provincia de Buenos Aires, más grande que Italia, y en la provincia de Santa Fe, la tierra tiene ahora un valor excesivo. Hace veinticinco años se compraba en la provincia de Buenos Aires una legua de terreno fertilísimo (eso es de 25 kilómetros cuadrados) por 20.000 liras. ¡Ahora vale 400.000 y aún más! En la provincia de Santa Fe, en Rafaela, donde hay una colonia piamontesa, una concesión de 33 hectáreas de un piamontés (respecto de cuya familia hice una encuesta monográfica) fue pagada en 1882, 600 francos ¡33 hectáreas de tierra! Hoy, pues, vale de 12 a 13 mil liras. Así, pues, en esas provincias de la Argentina la emigración italiana está en condiciones económicas poco favorables. […]
Los italianos llegan al Brasil o a la Argentina y se detienen en las grandes ciudades. Esto es un gran mal. Buenos Aires tiene un millón doscientos mil habitantes; es la cabeza inmensa de un cuerpo pequeño por su población; es más del quinto de la población total del país. [...] Son otros los lugares adonde deben dirigirse los italianos, y para ello deben crearse las condiciones favorables, que hoy no existen.
Yo creo que sí, a propósito de convenciones marítimas (yo no conozco esa ley en detalles), nuestro gobierno y nuestras iniciativas privadas se pusieran de acuerdo con el gobierno de la Argentina, a fin de que la línea entre Génova o Nápoles y la Argentina desembarcara también emigrantes en Bahía Blanca, evitando que vayan a desembarcar en Buenos Aires, se tendría un medio práctico para impedir que los nueve décimos emigrantes se queden en Buenos Aires, donde la enorme cantidad de población da lugar a la desocupación y a las más graves desilusiones, mientras que la vida fácil está en aquellas regiones donde la tierra no está todavía detentada por los latifundios.»



Discurso sobre la inmigración italiana en la Argentina del diputado italiano Enrico Ferri (Buenos Aires, 22 de junio de 1909) publicado por el diario La Nación el 12 de septiembre de 1909. En: Documentos para la historia integral argentina 3, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981.


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