sábado, 6 de abril de 2013

Promisión, de Carlos María Ocantos (1910 ca.)



«La gran ciudad reposaba. El último tranvía arrastrábase en la calle desierta, resonando su agrio trompetazo con eco temeroso: ni otra luz que la de los faroles, ni otro ruido, ni puerta abierta, ni alma viviente que pasara; la ciudad del trabajo dormía, la colmena humana que al nacer del alba había de agitarse y conmoverse toda. Jean tendía el oído y se imaginaba percibir, como en la simbólica campana del doctorcillo, el rumor que, debajo de aquella inmensa de la República, producían los millares de seres venidos de todos los puntos del globo: españoles, franceses, italianos, ingleses, alemanes, rusos, suecos, noruegos, portugueses, dinamarqueses… los hombres de buena voluntad, los coleópteros y lepidópteros de la escala superior, sujetos a la maravillosa metamorfosis.»


Ocantos, Carlos María, Promisión. Barcelona: Sopena, s/f. 

Imagen: fotografía de inmigrantes (1937).

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