«Hijo único, era huérfano
de madre, y no tenía vínculos de parentesco con nadie en América, ni conocía
más afecto, fuera de los fugaces que se contraen al paso en la vida, que el
cariño rudo de su padre enriquecido por el trabajo y la casualidad, y sumergido
en su fortuna como el gusano de seda en su capullo.
Victorio Bergalli formaba
en el grupo demasiado numeroso de los argentinos modernos que no han conocido
abuelos, ni tíos, ni primos, ni más lazos de familia que la madre y el padre,
generalmente extranjero, venido al país en busca de dinero y no de vínculos
afectivos ni aun con la propia descendencia producida casi ocasionalmente.»
Enrique De Vedia, Quintuay, Buenos Aires, Biblioteca de La
Nación, 1916.
Imagen: caricatura de Enrique De Vedia, por Cao (ilustrador), en Caras y caretas, 1904, 7 (293).
Fuente: Blog Quantulumcumque (http://biblioeconomia.blogspot.it/)
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