En los primeros años
«Mis
padres eran genoveses; se llamaban Pedro Podestá y María Teresa Torterolo.
Llegaron a Montevideo en los años 40 y 42, respectivamente; allí se conocieron
y se casaron.
Cuando
la Guerra Grande mi padre sirvió a las órdenes de Garibaldi; tenía el empleo de
abastecedor de carne por cuenta del gobierno. Yo alcancé a conocer la camiseta
colorada que él usó, a la que le llamaba “camiseta garibaldina”. Fue objeto de
moda su forma característica, que usaron indistintamente hombres y mujeres.
En el
año 46 mis padres se trasladaron a Buenos Aires, y se establecieron con un
negocio en la calle Chacabuco entre San Juan y Cochabamba, donde nacieron mis
hermanos Luis y Jerónimo.
El negocio
prosperaba, pero, el país estaba en guerra civil, y la gente de Rosas propagaba
la voz de que si Urquiza entraba en Buenos Aires, iba a degollar a todos los
gringos. Mis padres determinaron vender todo y marcharse rápidamente a
Montevideo. Esto ocurría en el año 51, el 30 de octubre; Jerónimo tenía un mes
de edad y allí fue bautizado: por esa circunstancia resultó ciudadano uruguayo.
Nací en
Montevideo el 6 de octubre de 1858, en la casa del entonces coronel Aldecoa,
calle Andes entre Canelones y Maldonado.
Según
mis padres yo era un hermoso pibe que llamaba la atención de todos.
Un
matrimonio francés, sin familia, ya viejo, dueño de una gran joyería en la
calle 25 de Mayo, le propuso a mi madre llevarme a París para hacerme estudiar
y cuidarme como a un hijo, porque, según ellos, era el vivo retrato de un nene
que habían perdido; la propuesta no fue aceptada.
A los 8
años de edad enfermé de viruelas, la que me tuvo un mes entre la vida y la
muerte; me atacó de tal modo que sufrí de ceguera un tiempo, pues la enfermedad
se cebó en mí despiadadamente.
Desde
muy niño aprendí a ganarme la vida para ayudar, con mis hermanos mayores, a mis
padres, que alcanzaron a tener 9 hijos: Luis, Jerónimo, Pedro, José, Juan,
Graciana, Antonio, Amadea y Pablo.
Al poco
tiempo de mi nacimiento mis padres compraron un solar de 12,5 varas de frente
por 25 de fondo, con 4 habitaciones, en la calle Maldonado entre Andes y
Convención. Con el correr del tiempo aumentó la edificación hasta completar 12
piezas. Esa fue la casa solariega de los Podestá.
En
aquel entonces todo el lado sud de la ciudad era un descampado; una que otra
casa aislada y muchas zanjas, barrancas y yuyales.
Desde
mi domicilio al mar había solo tres cuadras, y hasta los 16 años viví
constantemente atraído por aquella costa y su amplio mar de abundante pesca.
Fui uno
de los mejores nadadores de mi tiempo y tuve la suerte de salvar a tres
personas en diferentes épocas, entre ellas mi hermano Antonio, que era un niño.
Allí
inicié mis primeros ejercicios acrobáticos, saltando de piedra en piedra,
trepando acantilados, navegando en barcas pescadoras.»
José J.
Podestá, Medio siglo de farándula. (Memorias de José J. Podestá). Córdoba:
Imprenta Río de la Plata, 1930 [Buenos Aires, Galerna, 2003].
Imagen: José Podestá (Pepino el 88), 1890.
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