«En la
Argentina la vida es mucho más fácil que en Italia. Esta es la impresión que se
recibe. La vida cuesta el doble de lo que vale en Italia, pero las ganancias
son de más del doble, tanto para los obreros como para los profesionales. La
Argentina se ha vuelto uno de los países mayores exportadores de cereales y la
tierra es allí tan fértil que produce además del trigo, el maíz, la alfalfa y
el lino. Y la tierra es tan fecunda que, por ejemplo, del lino no se utiliza la
fibra textil, vendiéndose sólo la semilla. Y la Argentina produce azúcar y
produce vino. En Mendoza, cerca de la cordillera, he admirado a los italianos
productores de centenares de miles de hectolitros al año. Pero ese vino no
basta al consumo, porque, además de ser la viña escasa, una bordalesa (cerca de
200 litros) para ir de Mendoza a Buenos Aires paga en el ferrocarril de 18 a 20
liras, mientras que una bordalesa de vino italiano paga de 12 a 13, y aún
menos, de Génova a Buenos Aires. El problema cada vez más grave es que en las
provincias centrales de la Argentina (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba) se han
vuelto escasas las tierras públicas o baldías. En la provincia de Buenos Aires,
más grande que Italia, y en la provincia de Santa Fe, la tierra tiene ahora un
valor excesivo. Hace veinticinco años se compraba en la provincia de Buenos
Aires una legua de terreno fertilísimo (eso es de 25 kilómetros cuadrados) por
20.000 liras. ¡Ahora vale 400.000 y aún más! En la provincia de Santa Fe, en
Rafaela, donde hay una colonia piamontesa, una concesión de 33 hectáreas de un
piamontés (respecto de cuya familia hice una encuesta monográfica) fue pagada
en 1882, 600 francos ¡33 hectáreas de tierra! Hoy, pues, vale de 12 a 13 mil
liras. Así, pues, en esas provincias de la Argentina la emigración italiana
está en condiciones económicas poco favorables. […]
Los
italianos llegan al Brasil o a la Argentina y se detienen en las grandes
ciudades. Esto es un gran mal. Buenos Aires tiene un millón doscientos mil
habitantes; es la cabeza inmensa de un cuerpo pequeño por su población; es más
del quinto de la población total del país. [...] Son otros los lugares adonde
deben dirigirse los italianos, y para ello deben crearse las condiciones
favorables, que hoy no existen.
Yo creo
que sí, a propósito de convenciones marítimas (yo no conozco esa ley en
detalles), nuestro gobierno y nuestras iniciativas privadas se pusieran de
acuerdo con el gobierno de la Argentina, a fin de que la línea entre Génova o
Nápoles y la Argentina desembarcara también emigrantes en Bahía Blanca,
evitando que vayan a desembarcar en Buenos Aires, se tendría un medio práctico
para impedir que los nueve décimos emigrantes se queden en Buenos Aires, donde
la enorme cantidad de población da lugar a la desocupación y a las más graves desilusiones,
mientras que la vida fácil está en aquellas regiones donde la tierra no está
todavía detentada por los latifundios.»
Discurso sobre la inmigración italiana en la Argentina del diputado italiano Enrico Ferri (Buenos Aires, 22 de junio de 1909) publicado por el diario La Nación el 12 de septiembre de
1909. En: Documentos para la historia
integral argentina 3, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981.
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