miércoles, 17 de octubre de 2012

Misia Jeromita, de Carlos María Ocantos (1898)





Si él emigró fué por humor de aventuras...

«Y Felipe, apretándose la barriga, se acercó al oído del padre y le secreteó buen rato; luego a Barbarossa, y a Pietro y a Giácomo, que descendió de las alturas. Y todos se rieron locamente, estrepitosamente, como al principio; desplomado Barbarossa sobre el mostrador; Giácomo en brazos de Pietro; Nero, el padre, en el escritorio… Callaban y volvían a reírse, siendo todo esfuerzo inútil para detener la desbordada jarana, ni el mismo gesto del patrón, mueca de broma que no llegaba a adquirir la necesaria rigidez del mando.
Felipe, Giácomo y Pietro cantaron aquello de Alle tre, alle tre… haciendo reverencias a Fortunato; y otra vez le pusieron la corona de hierro y le pasearon en triunfo. Barbarossa mismo tamborileó sobre un balde con un par de clavos largos y el viejo Nero se colgó del badajo de la campana, plum, plum, plum, que no parecía sino que tocaban a fuego.
Entraban los mozos empujando la vagoneta vacía y en ella hicieron subir al alegre toscanito, proclamándole el más travieso de los traviesos.»

Ocantos, Carlos María, Misia Jeromita. Madrid: Establecimiento Tipográfico de Idamor Moreno, 1898. 


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