El padre
«De
tantas cosas relacionadas con mi padre me acuerdo especialmente de aquellos
regresos a casa después del trabajo. Eran siempre noches grandes, cargadas de
estrellas y de silencio. Así las veo. Avanzábamos a través de un decorado de
casas mudas y luces fantasmales en las ventanas y en los patios. Yo me sentía
extraviado en esa oscuridad y la sensación no me gustaba. Quería llegar rápido,
para que pasara la noche, y luego el día, y otra noche y otro día, hasta que el
cerco de las noches y los días se rompiera. […] Mi padre pedaleaba y yo trotaba
a su lado. No teníamos otra referencia que el foco de la bicicleta alumbrando
un óvalo de tierra, hipnótico, surgido como desde un sueño, renovándose en una
calle que podría no tener fin. Esa luz mínima marcaba el camino y finalmente
nos sacaba de la oscuridad. Nos guiaba a la mesa familiar preparada para la
cena, a los rumores de las sillas arrastradas sobre el piso de ladrillos y de
los cubiertos de los platos. Pero durante ese trayecto permanecíamos lejos de
todo. Ahí estábamos solos y estábamos juntos. Nos movíamos en una zona de vacío
entre un mundo que ya no existía, perdido del otro lado del océano, y este otro
que se proyectaba en los días futuros y estaba hecho de necesidades e
insatisfacciones y furias contenidas y esperanzas obstinadas.»
Dal Masetto, Antonio, El
padre y otras historias. Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
Imagen: Giuseppe De Nittis, «Pioppi nell'acqua», 1878 circa, Firenze, Uffizi, Gabinetto Disegni e Stampe.
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