Fernanda Elisa Bravo Herrera
A la memoria de mi mamá y de mi nonna
A la memoria de mi mamá y de mi nonna
Da bimba
mi piaceva mangiare le fragoline di bosco. Ahora, ese patio largo con
parras y el rumor de una escuela en recreo. Mi domando quando tornerà
il mio amore. Un oceano insieme e poi stare lontani e ora le piccine… le
nostre piccine giocano nel cortile... Un océano en el medio y nunca
más el monte, la madre, las hermanas. Abraza el último regalo de la madre,
antes de partir. Figliola, per te questo maglione. Después, el
viaje al puerto al norte, e poi il bastimento, l’arrivo, i lunghi
corridoi, il treno. No hablar de esto, solo alusiones. Tanto
ci si capisce. Los domingos ayudar en el convento para los pobres,
tejer calze para los niños del hospital, amarillas, de tantos
tamaños. Y vuelven, mientras teje, las imágenes de la madre nel focolare… su
figliola, mettiti a lavorare… Y baja otra vez la cabeza y teje y teje.
Y así vuelve a ver a su madre en ese cruzar la lana que se vuelve punto por
punto media. Por sobre el océano la voz de la madre le llega y le recuerda su
lugar en casa. Y una media detrás de otra, y el marido que no vuelve esta
semana, tal vez la otra. Y la imagen de la madre le llega mientras teje. Y otra
media más y la noche que cae y las niñas que duermen y la cama que es grande, y
que el océano devoró su mundo. Ahora, en su dormitorio desgrana el rosario y
mira la imagen del santo en la pared, blanca y negra, grises y grises
superpuestos, pero en sus pupilas sigue el tejido de las medias amarillas y la
imagen de la madre que la acompaña en ese movimiento de sus manos. Se concentra
en las cuentas del rosario pero quisiera cantar un estribillo de esa canción
que le cantaba la madre, tibia en su regazo, dulce en su desgranar le fragoline.
Otro día que pasa. Siempre ocupada, sempre.
Me pregunto cuándo habrá tomado la decisión de irse de su
pueblo de castaños y nieve, del Amiata. Tal vez nunca. Tibia y dulce, con sus ojos brillantes aún desde esa
cama, postrada por los años, mirando en las cuentas del rosario un camino en el
océano que no se pudo deshacer.
Mi domando se l’acqua ha fatto sparire la strada di ritorno. Le escribe a la madre en papel
fino, con sobres para via aerea. No se atreve a decirle que no puede volver por
culpa del océano, que el agua engaña, mamma,
que si se hubiera hecho el viaje por un sendero de tierra, i paesini, las piedras, i castagni, gli ulivi, los
montes la hubieran ayudado a reconocer el camino de regreso. Ahora, en cambio,
ese mar, ese océano, esas aguas inmensas se devoraron los pasos. Un mar de agua y no de castaños y olivos. No hubo pasos,
piensa. Per questo non posso
tornare indietro. Y sigue el
rosario como sigue el tejido de las medias. Anclas en ese océano que es otro
mundo extraño, tan ajeno. Se detiene retomando el estribillo de la madre, sigue
las palabras, el ritmo. Un latido detrás del otro en el regazo de la madre, en
sus entrañas. Era alegría, era alegría. Y te ríes en ese recuerdo de música y de fragoline di bosco en tu boca de niña. Y se te cierran los ojos en la risa como cuando eras
niña.
No sé si te acostumbraste a este nuevo mundo, con sus medias y sus estrellas distintas, pero sí sé que reías recordando. Niña en
un mundo nuevo. Un mundo demasiado grande que alejaba tu casa, tu ventana sobre
el monte, le fragoline di bosco que a veces soñabas en tu boca de
anciana, mientras dormías con tu alma de niña en tus bosques infinitos.
Hermosa historia...hay mucha sensibilidad allí!
ResponderEliminarSaludos.
Bellissimo!
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias!! Me alegra que les haya gustado.
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