"La proa era un hacinamiento. Estos pasajeros de 3a clase, echados a cientos en un espacio reducido y atajado por un cabo que vigilaban dos marineros; apiñados de modo que podían trasmitirse hasta el sudor que los bañaba, no pedían, no gritaban. Se recogían mustios, esperando que terminase pronto esa especie de castigo impuesto a su condición desheredada, o a su aspiración de prosperar en la República Argentina. Bien pronto iban a ver cómo eran mejor tratados que ellos las bestias que se guardaban, ahí, a su lado, para el consumo del barco, o para el comercio. Las bestias tenían un blando lecho de paja; se les aseaba los pesebres, se les colocaba cuidadosamente, dos veces por día, la comida en lugar apropiado. Ellos dormían sobre tarimas desnudas, en un antro obscuro, donde se revolvían en confusión brutal los sexos y las edades, el desaseo y las miasmas; y comían en el suelo, sacando con una cuchara de palo el bocado que cada cual acertaba en una tremenda olla de huesos y yerbas desabridas."
Saldías, Adolfo, Bianchetto, la patria del trabajo. Buenos Aires: Félix Lajouane Editor, 1896.
Imagen: detalle de una fotografía de una familia de inmigrantes italianos, 1910, Brown Brothers, Sperling PA.
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