sábado, 7 de septiembre de 2013

Santo oficio de la memoria, de Mempo Giardinelli (1991)



«Ese continuo y desgastante galanteo con la muerte, con la memoria viva que es la memoria de los muertos, con el juego macabro que es la inaguantable rememoración, con el intolerante desatino que es pensar y pensar, con el huir de lo que es doloroso para caer, siempre y cada vez más, en el fangoso terreno de las culpas, los recuerdos, los destinos impuestos por la familia, la distancia de la Patria (no hay más patria que la memoria, imbécil), todo eso me dolía, laceraba mi regreso y lo manchaba con máculas sutiles que eran formas vagas, rostros, voces, sitios, instantes, fotografías, extravíos […] la soledad y el olvido de esa fórmula algebraica que lo había decidido a volver la noche mexicana en que no pudo resolver el teorema, en que se dio cuenta que el gran movimiento de suelos que debía calcular era el que lo distanciaba de la propia memoria, ese territorio inmensurable en kilómetros, inapreciable aritméticamente, sólo vislumbrable ­—y sufrible— en sueños absurdos poblados de parientes retorcidos, situaciones abstrusas y explicaciones crípticas, incomprensibles….»

 Giardinelli Mempo, Santo oficio de la memoria,  Grupo Editorial Norma, Cali, 1991.

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