miércoles, 17 de octubre de 2012

Después del día de fiesta, de Griselda Gambaro (2005)




Dulce y clara es la noche, y sin viento…


«Le cedió la palabra a Giacomino, que comenzó a hablar de la luz del sol o de la luna contemplada desde lugares donde no se distinguía el origen de la luz y se explayó sobre el tema de una manera imposible de creer: las diferencias si uno veía la luz por un balcón, a través de persianas entreabiertas, de un vidrio coloreado, en el bosque, en un valle, del lado oscuro de un monte cuya cima se dora bajo los rayos últimos del sol. Y cómo la luz, según los lugares y los objetos, era rechazada, se confundía, se mezclaba con sombras y se volvía incierta, difusa, imperfecta, incompleta, fuera de lo ordinario, devenía vaguedad e incertidumbre, y cómo esta vaguedad e incertidumbre pedían de uno para advertirlas una atención extrema, y era gratísima esta observación porque permitía volar con la imaginación hasta aquello que no se ve, concediendo más placer que ver todo enteramente.»

Gambaro, Griselda, Después del día de fiesta. Buenos Aires: Editorial Norma, 2005.


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