“Tal
vez todo empezó en mi aldea, carcomida por los siglos, devastada por las
invasiones, el día en que mis padres se marcharon a América. Entonces la
Argentina se me figuró como un monstruo devorador de padres, madres y hermano.
O
empezó ese atardecer invernal frente a un tren cubierto de nieve, cuando me
separaron de Bertina, de su carita diáfana y tensa, que se marchaba a Milán, de
niñera, antes de haber cumplido los doce años…
O
empezó el día en que escribí la primera carta a América y esperé inútilmente
una respuesta.
O
un domingo cualquiera, ante una viejecita analfabeta, dictándome la carta para
el hijo emigrado en el Chaco, trabándose para hacerme creer que no necesitaba
nada de él, pidiéndome que le dijera eso, mientras con la palma de la mano,
oscura y rugosa como madera, trataba de aplastar la única lágrima que resbalaba
por su mejilla como se aplasta una mosca fastidiosa.
¿O
empezó esa tarde de viento en Trieste?
¿O
empezó cuando doña Martina vendió la cabra y abuela pudo acompañarme hasta
Génova para tomar el barco?"
Poletti, Syria. Gente conmigo. Buenos Aires, Losada, 1961.
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