Decapitando a ídolos locales «con
pies de barro»
Domingo F. Sarmiento
Introdujo tres plagas: el
normalismo, los italianos y los gorriones.
[…]
Los italianos. Llegaron cuando
teníamos fundada nuestra vida. Se dijo que gobernar es poblar y nuestros
abuelos se lo tomaron en serio porque les gustaban los aforismos mandones; además
era una justificación de la hombría, aunque ellos no necesitaban que nadie les
justificara sus hijos. Sarmiento se trajo a los italianos porque él creía que
entendían de trigo, y en lugar de irse al campo y fundar colonias se prendieron
a las ciudades y fundaron quintas; en lugar de sembrar trigo sembraron verduras
y mandaron al centro a sus hijos para que figuraran lo mismo que los hijos de
los otros. Los italianos mezclaron las orillas con la ciudad; se arrimaron al
compadraje y lo metieron adentro cuando menos lo pensábamos. Nos ayudaron a
levantar las cosechas, pero las máquinas hacen lo mismo y no se cruzan con
nuestra sangre. Ni siquiera nos trajeron su ciencia ni su arte, porque tuvimos
que cruzar el mar y traerlas nosotros, aunque detrás de eso se vinieran las
primeras donnas y las cantantes que retardaron en veinte años nuestra salida
del romanticismo. Benito Mussolini ha limpiado a Italia del garibaldismo, pero
la inmigración italiana fue anterior a Benito Mussolini.
Anzoátegui,
Ignacio B., Vida de muertos. Buenos Aires:
Tor, 1934 [reedición: Buenos Aires: Colihue – Biblioteca Nacional, 2005].
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