«El tendero.
Don Carlos Ballerino,
tendero amable y peluquero de mi pueblo, abrió ese día su negocio con la
predisposición atenta de siempre.
Miró, mientras levantaba
la persiana de su tienda, hacia la estación de ferrocarril inmersa entre los
altos pinos y centenarios eucaliptos que daban sombra propicia en los veranos
inclementes, que azotaban sin piedad esa breve población vinculada a las tareas
agrícolas y aficionada al chisme viperino de poca monta.
Don Carlos Ballerino,
italiano de Sicilia, había llegado muy joven al país de su lejana aldea sin
saber una palabra de castellano, sin saber escribir siquiera en su propio
idioma, lo cual no fue óbice para que treinta años después hubiera logrado no
sé si fortuna, pero sí lo que se puede definir en los cánones del capitalismo
como “buen pasar”. Tenía casa propia con local de comercio incluido, vivía sin
sobresaltos, con sus dos hijos varones estudiando en la universidad de Rosario.
Le placía sentarse al
atardecer en la vereda de su negocio sito en la calle principal, como un
próspero y respetado comerciante que era y saludar con amabilidad a sus
convecinos y clientes que lo apreciaban y apreciaban su honestidad.
–¡Adiós don Carlos!
–¡Salud don Carlos!
–¡Cómo va don Carlos!
–Acá estamos “merando”
–decía invariablemente.
Lo que probaba que
treinta años de estancia en el país no le habían alcanzado para dominar la
lengua “de Castilla”, como él mismo decía, pero no le importaba demasiado
porque siempre se había considerado un argentino cabal y se había
nacionalizado, tal vez en agradecimiento hacia esta tierra donde había
encontrado lo que se puede decir sin exagerar “su lugar en el mundo”.
Estaban lejos sus
recuerdos de los momentos de hambre y penurias de todo tipo que evitaba contar
cuando se le inquiría sobre los primeros tiempos en el país y sólo sonreía
diciendo:
–Eso pasó.
Y se le ensanchaba esa
boca grande de perfectos e inmensos dientes que no tenían el color de la
nicotina porque nunca habían fumado medio cigarrillo.»
Jorge Isaías, Almacén «Las Colonias». Santa Fe:
Universidad Nacional del Litoral, 2008.
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