«Allí se acunan las historias
con ojos azules de mar y lino
de ternura
y miedo.
Porque lo brutal era comensal del campo
desde el sol a la siembra
de siembra a la cosecha
y vuelta al arado
con un breve visteo a la escuela.
Porque lo brutal era el miedo de los
hijos
y la ternura ese aleteo de pájaro
nocturno
que se posaba en un beso de madre,
de mujer arruinada por trabajos hombrunos
que tenía su tiempo
para espantar los miedos.
Era brutal el campo, me dice el viejo
y apenas era un niño.»
Oscar
Agú, Crónica de una herencia. Santa
Fe: Ediciones “El Arca del Sur”, 1996. Prólogo de Gastón Gori.
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