martes, 3 de noviembre de 2015

viernes, 23 de octubre de 2015

Curso de Posgrado "La novela italiana del Siglo XX. Propuestas y problemáticas", Facultad de Humanidades, UNSa, noviembre de 2015.



Están todos cordialmente invitados al

Curso de Posgrado
"La novela italiana del Siglo XX. 
Propuestas y problemáticas"

a cargo de Fernanda Bravo Herrera

a dictarse en el mes de noviembre, 

en la Universidad Nacional de Salta,

organizado por el Departamento de Posgrado de la Facultad de Humanidades.

Para más información:

El Vesubio. Volcán en actividad, de Bartolomé Mitre y Vedia (1885)


“De regreso de Nápoles, vía Roma, Pisa, Florencia, Venecia, Turín y Milán, amén de varias otras ciudades secundarias como Bolonia, Verona, Padua, Voghera, etc., cumplo con el deber de comenzar a dar cuenta del resultado de mis exploraciones por estas interesantísimas comarcas, en las que la historia y el arte, la naturaleza y la labor humana han sembrado tantas y tantas maravillas.
Stanley uruguayo al servicio de la República Argentina, debo hacer en Italia para La Nación de Buenos Aires, lo que el otro hizo en África para el Herald  de Nueva York.
Dificilísima tarea que procuro realizar del mejor modo posible, lamentando únicamente no tener un Livingstone a quien buscar, porque de seguro lo encontraría: con tales bríos exploratorios me siento.

Como por algo hemos de empezar, hablemos primero del Vesubio, monte situado al oriente de Nápoles, que vomita llamas (el monte, no Nápoles), piedras, ceniza y no sé cuántas otras cosas, y de cuya existencia tuve noticia cierta por un rarísimo opúsculo titulado Guida di Napoli, por B. Pellerano. Y digo cierta, porque contemplando desde el balcón de mi cuarto, en la ribera de Santa Lucía, el incomparable panorama de la bahía napolitana y sus adyacencias, había sospechado la existencia de un volcán o cosa parecida en aquella montaña, no pudiéndome convencer que horno de ladrillo, fragua o aparato alguno industrial pudiese echar fuera tanto fuego, y tan continuamente.
Con mis sospechas confirmadas por el libro citado, me puse en campaña para explorar el misterioso y terrible monte, queriendo mi buena suerte que, por veintiocho francos por cabeza, un audaz cochero se comprometiese a llevarme hasta la cumbre y volverme a traer a Nápoles, acompañado de mi mujer y mi hijo, a quienes logré inspirar la confianza suficiente para emprender excursión tan peligrosa, ocultándoles sus dificultades y riesgos.
Resuelto el viaje, procedimos a hacer los preparativos necesarios, empezando por aligerarnos lo más posible de ropas, pues era natural que con tanta fatiga y tanto fuego sintiésemos allá arriba mucho calor.
Siento que La Nación no admita ilustraciones, porque de lo contrario rogaría a Giudici o Ballerini, nuestros jóvenes y aventajados compatriotas que estudian pintura en Italia, que hiciesen mi retrato en traje vesubiano para mandárselo.
No siendo tal cosa posible, he aquí  el retrato a pluma.
Sombrero blanco, levita de lustrina negra, pantalón y chaleco ídem, camisa de cuello volcado con corbata de seda, zapato escotado, varita de ballena, guantes de cabritilla…
Mis compañeros de viaje vestían poco más o menos con la misma ligereza.



Bartolomé Mitre y Vedia, Páginas serias y humorísticas. Prólogo de Adolfo M. Sierra. Buenos Aires: W. M. Jackson, 1944.

lunes, 10 de agosto de 2015

"En Venecia", de Lucio V. Mansilla (1890)



Yo tengo que darle una idea al que no ha estado en Venecia, antes de hablar de la mujer esa que seguí, de lo que es Venecia, de cómo es Venecia. Yo tengo que pensar que la mayor parte de los jujeños y catamarqueños y otros, cuya denominación acaba en inos (no vayan a leer beduinos) apenas si tienen idea de lo que es la Boca del Riachuelo y Barracas; y como éstos son la inmensa mayoría de mi país, que es donde vivo y me aburro, que es lo mismo, sería un colmo de petulancia literaria que me pusiera a hacer una descripción de Venecia para nuestros prójimos del otro hemisferio, del otro mundo. Tengo que hacer mi descripción con arreglo a las entendederas de mi lector.



Lucio V. Mansilla. “En Venecia” en El excursionista del planeta. Escritos de viaje. Selección y prólogo de Sandra Contreras. Buenos Aires: CFE, 2012.
Tomada de Entre-Nos. Causeries del jueves, t. IV, Buenos Aires, Casa Editora de Juan Alsina, 1890.

domingo, 9 de agosto de 2015

Diario de viaje a Oriente (1850-51) y otras crónicas del viaje oriental, de Lucio V. Mansilla (2012)



- abril 14 – 15 – 16- 17 –

El Capitolio cuyo origen es bien conocido es presentemente uno de los lugares mas visitados pr los viajeros _ En el se encuentra una larga coleccion de estatuas y pinturas antiguas_ Las dos estatuas principales son la ponderada del gladiador muriendo cuya perfeccion y delicadeza sobre pasan los elogios que de ella se han hecho y la de Marco Aurelio acaballo – Esta estatua se concidera como una de las primeras en escistencia y se dice que Miguel Angelo al verla pr primera vez esclamó camina

Las ruinas del Coliseo – Sin duda ninguna este es uno de los edificios antiguos en Roma mas dignos de una visita –
La historia nos enseña bien á que uso era destinado pr los antiguos Romanos ysolo para dar una idea de su gigantesco tamaño recordarse que podia contener 87.000 espectadores – Es un edificio elegante y de mucho gusto y en una noche de luna ofrece una vista muy pintoresca  – de Roma y sus alrededores –


Lucio V. Mansilla, Diario de viaje a Oriente (1850-51) y otras crónicas del viaje oriental. Edición, introducción y notas de María Rosa Lojo (dirección) con la colaboración de Marina Guidotti (asistente de dirección), María Laura Pérez Gras y Victoria Cohen Imach. Buenos Aires: Corregidor, 2012.


domingo, 2 de agosto de 2015

La muerte del pibe Oscar (célebre escrushiante), de Luis C. Villamayor (1913-1914)

Acciones de purrete




“Desde chicuelo, en el conventillo donde aprendiera a ‘gatear’ y a hurtarle las frutas o verduras de la[s] canastas al vendedor ambulante que ofrecía su carga apetitosa de puerta en puerta a los habitantes del ‘convento’ cuando apenas contaba seis años y como su fuerte musculatura se lo permitía, al par que por su genio vivaracho, alegre, atrevido y sin miedo se imponía a sus demás compañeros de juegos infantiles, pues en cuanto lo contrariaban los cacheteaba sin piedad o los [‘]arranyaba con lo primero que encontraba a mano, supo destacar su ínfima personalidad, fue temido y respetado.”






Luis C. Villamayor, La muerte del pibe Oscar (célebre escrushiante). Introducción, notas y glosario de Oscar Conde. Gonnet: UNIPE: Editorial Universitaria, 2015.