«Y
quedaba el silencio. Pero, luego, gritaba el botellero. Y alguno vendía papas.
Y el afilador pasaba con su máquina, soplando su flauta aguda y melancólica.
–¿Afila
cuchillos, marchanta?
A
gritos, desde la vereda.
–¡No,
gringo!
A
gritos, desde la azotea.
También
tuvo Catalina que saludar a ña Tomasa,
la cocinera de la casa de enfrente que llegaba con una gran canasta en el
brazo, cargada de botellas y de envoltorios de papel amarillento semejantes a
grandes empanadas.
–¿De
compras?
–Sí,
doña. Vengo del almacén de don Vittorio.
–Ese
es un gringo ladrón.
–Como
todos, doña. El arroz ha subido un real…»
Emilio
Gouchon Cané, El 90. (Novela histórica). Buenos
Aires: Librería “Hispano-Argentina” C. P. Perlado y Cía, 1928.
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