"-…Quiero que me digas ya si soy de esta tierra o
de otra tierra.
-Quédate en ella, y sabrás. No te separes
mientras no te haya herido profundamente. No vuelvas cortado verde a tu país. Y
si vuelves, no escapes nunca más. De ese modo, serás más hombre, serás más
infeliz todavía. [...]
No vuelvas, no vuelvas a ninguna tierra ya
perdida para los hombres. […] Déjate llevar entonces por tus pasos, los fuertes
pasos que conducen a madurez, ya que no has padecido destierro violento. No te
preguntes adónde has llegado, y si allí regirá el infinito azul o necesitarás
ser tan responsable como irresponsable te muestras para sobrevivir. Debes
comprender: los hombres han muerto a millones lejos de sus patrias, con el
castigo más negro que es posible recibir… no ver, no ver nada, enceguecer en
los mil senderos de todos los días… Recóbrate hijo… Lleva tu mano al sitio en
que todavía floreces. Abandona el horror de nuestro pasado… abre tus ojos con
ardiente tenaza… abre tus ojos y no aceptes que te arrastren con las rodillas
en tierra…"
Raschella,
Roberto, 1998, Si hubiéramos vivido aquí,
Buenos Aires, Losada.
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