“La
decisión unánime con que las principales naciones del orbe cristiano se han
adherido espontánea y activamente al movimiento iniciado en la patria del vate
florentino, para solemnizar el sexto centenario de su muerte, confiere a esta
celebración conmemorativa, no sólo proporciones nunca vistas, sino también un
significado y un carácter sin ejemplo en los fastos literarios. Desde meses
atrás, en muchas capitales europeas y americanas, hanse constituido comités
dantescos, fundado publicaciones especiales, inaugurado, en fin, por
universidades y academias, la más ruidosa apoteosis de aquel arte medieval, que
buscara su inspiración y halló su florecimiento en el misterio simbólico y la
paz silenciosa de los claustros. Y a nadie que observe consciente la crisis
presente de la civilización, le sorprenderá que la panegiria glorificadora
revista formas y proyecciones excesivas entre quienes son tenidos en general
por tan ajenos al espíritu y tradiciones
de la Edad Media como a las bellezas artísticas de la latinidad: se
anuncia que las ceremonias de la celebración «nacional» dantesca se prolongarán
hasta el 3 de octubre en Washington y hasta el 17 del mismo mes en Cambridge
(¡Massachussets!).
Sin
mencionar las innumerables manifestaciones italianas, que natural y
plausiblemente se multiplicarán dentro y fuera del reino (no es probable que en
entusiasmo y lujo muchas de allá superen a las de Buenos Aires), es sabido que
en Inglaterra, Suiza, España, Alemania, Holanda, etc., se han realizado o
preparado múltiples actos dantescos. […] En América, casi todos los Estados de
la Unión siguen el ejemplo de los citados; y las repúblicas latinas, de Méjico
a Buenos Aires, se emulan, según sus medios, en la glorificación. Y no es necesario
hacer resaltar la preponderancia excepcional de esta conmemoración en la
Argentina, donde la presencia de una colonia enorme que, en número y fuerza activa
supera sola a todas las demás juntas del continente, no representa sino una
parte de la influencia que aquí ejerce la raza itálica por la fusión de sus
elementos con los nativos. Así, pues, no es exagerado decir que no existe en el
mundo un centro de cultura –sin excluir acaso a los más considerables del
Extremo Oriente– en donde el magno suceso intelectual no haya repercutido, y,
hoy por hoy, ¡no aparezca la divisa Pro Dante como el santo y seña de la
civilización!”
Paul Groussac, “La gloria de Dante” en Crítica Literaria (Primera edición: Buenos Aires: Jesús Menéndez e Hijo, Libreros Editores, 1924). Buenos Aires: Hyspamérica. Colección Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges. 1985.
Imagen: Paul Groussac (propiedad de Aldo Marcos de Castro Paz. Fuente: Genealogía Familiar ).
Primera edición de Crítica Literaria de Paul Groussac (1924).
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