“Años
después, Dante se moría en Ravena, tan injustificado y tan solo como cualquier
otro hombre. En un sueño, Dios le declaró el secreto propósito de su vida y de
su labor; Dante, maravillado, supo al fin quién era y qué era y bendijo sus
amarguras. La tradición refiere que, al despertar, sintió que había recibido y
perdido una cosa infinita, algo que no podría recuperar, ni vislumbrar
siquiera, porque la máquina del mundo es harto compleja para la simplicidad de
los hombres.”
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