«Cuando
nos referimos a la fundación de Esperanza, seguimos el orden del pensamiento y
de los hechos históricos que dieron origen a un proceso evolutivo de singular
trascendencia en la vida y en el desenvolvimiento económico, demográfico y
cultural de nuestra nación. De tal manera, decimos históricamente fundación de
Esperanza refiriéndonos a la colonia de agricultores inmigrantes que le dieron
origen. La ciudad, aunque prevista como centro urbano, no entró en los cálculos
del colonizador Aarón Castellanos, ni se le obligaba a tal finalidad, según el
pensamiento del gobernante, don Domingo Crespo, que confió en ese hombre de
empresa para poner en marcha, en nuestra provincia de Santa Fe, uno de los
principios que inspiraron a los constituyentes de 1853. El gobierno de Santa Fe
se reservaba por el contrato de colonización, los derechos sobre una “área
intermedia” entre las dos secciones de campos que ocuparían las familias, para
ser vendida “a los que quieran edificarla con el fin de aumentar la población
colonial”. De donde resulta correcto considerar a la ciudad como una
consecuencia de la prosperidad de la colonia de agricultores.
No
se trataba de fundar una ciudad, ni un pueblo, sino una colonia di
agricultores, con familias europeas, honestas y laboriosas. La civilización que
había penetrado hasta entonces en el desierto –se consideraba desierto lo que
estaba más allá de la línea de fortines militares– era inminentemente pastoril.
La ganadería fue un medio de avance de la civilización, pero insuficiente antes
y después de Caseros, para colocar al estado argentino en el nivel de las
naciones progresistas.»
Gastón
Gori, Esperanza, madre de colonias. Museo
de la Colonización Publicación N° 1. Santa Fe: Librería y Editorial Colmegna,
1969.
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