«El
primer reto lo recibió del Tenedor de Libros, un italiano corpulento y
barrigón, con una cabeza que brillaba como huevo de avestruz.
- Ma... ¿dica? ¿Per qué no se quedó en
Galicia? ¿Osté se cré que la cosa aquí le yaman del mismo modo?
- No sé, señor.
- ¿Qué purquería e eso que apuntó a la cuenta
de Monchutti? ¿Qué quiere decir frejole? ¿Qué son frejole al idioma de lo
gayegue?
Andrés interviene amablemente:
- Tenga cuidado, Chiudín . . . Que no lo oiga
don Fernando. Acuérdese que él es de allá.
- Ma... Bueno. Que dica éste qué son
frejole.
- Serán papas... -apuntó Andrés, por si
pegaba.
Antoñico transpiraba. Se acercó a uno de los
cajones. Regresó con una muestra.
- Esto...
- ¡Vea que gayeguite sunso! ¡Esto sun
puroto! ¡Pero qué stúpico son lo gayegue! ¡Le yaman frejole a lu puroto! A ver si me aprende prontito a hablar
en el cristiano.»
Greca,
Alcides, Pampa gringa. Santiago, Ediciones Ercilia, 1936.
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