«La
República Argentina es un país de inmigración: ocupa, después de los Estdos
Unidos, el primer puesto; recibe arriba de 250.000 inmigrantes, de los
2.000.000 más ó menos que la pletórica Europa envía cada año á las otras partes
del mundo, especialmente á la América.
La
inmigración es, pues, un fenómeno que muy de cerca nos afecta; que mucho nos
interesa conocer en sus fases múltiples y complejas; en sus variados detalles;
y en la serie de problemas que necesariamente tiene que suscitar esta grande y
movible fuerza humana, ya sea que simplemente gravite ó que actúe; ya se
concentre ó se esparza en los países que la reciben.
Para
naciones en formación como la Argentina, con tierras fértiles y extensas,
desocupadas é improductivas por falta del brazo que las fecunde, no puede ser
objeto de discusión, no ya las ventajas de la inmigración, sino su absoluta
necesidad, como el medio más eficaz de combatir el desierto que aun nos rodea;
como el factor más poderoso que ha de poner en movimiento los recursos y
riquezas que en su seno lleva ocultos nuestro suelo, y que en todos los
tiempos, las naciones que mejor supieron desarrollarlos y aprovecharlos,
cimentaron sobre ellos su poderío y civilización.
Estas
sencillas consideraciones no podían ocultarse al espíritu fecundo y genial de
Alberdi; de ahí su frase célebre: “gobernar es poblar”, lanzada como síntesis
de su estudio sobre el entonces anarquizado y empobrecido organismo de la
República Argentina, y el que también le permitió conocer y apreciar las
poderosas energías de reacción y de salud que en su entraña guardaba, latentes,
adormecidas, si se quiere. Por eso fue que al lado del mal que nos aquejaba,
perpetuando nuestra desorganización y atraso, señaló con igual acierto los
remedios, que á la vez que la salud nos darían poder, riqueza y bienestar.
Entre estos remedios, es evidente que la inmigración europea, que hemos
recibido desde el principio de nuestra era constitucional, ha sido uno de los
más importantes, y continuará por mucho tiempo siendo el nervio y principal
resorte de nuestro engrandecimiento futuro; entonces, no es necesario añadir
una palabra más para demostrar toda la trascendencia que para nosotros tiene el
estudio de la inmigración como tópico económico y social.
[…]
Las vinculaciones intelectuales, sociales y comerciales de las naciones latinas
de la Europa con la República Argentina, son cada vez más estrechas, debido á
la mayor facilidad y baratura de las comunicaciones; á la más grande
importancia de sus intercambios; á la similitud de idiomas, creencias y costumbres;
á la mayor atracción que los ya establecidos ejercen en el ánimo de sus
parientes y amigos que se disponen á abandonar su país para decidirlos á que
vengan en su compañía. Añádase á esto la circunstancia de ser hoy la Italia y
la España dos de los países de mayor emigración y de los más prolíficos á la
vez, lo que les permite contribuir con centenares de miles de sus hijos á la
emigración, sin detener por ello el crecimiento contínuo de sus respectivas
poblaciones.
Estas
dos naciones están fatalmente condenadas á vaciar al exterior el exeso de su
población, porque no tienen y por mucho tiempo no tendrán, los medios de
retenerla en casa. Son de las naciones de predominio agrícola, cuya característica
es no poder retener en su seno una población muy densa, que es privilegio de
las grandes naciones industriales. Italia, no obstante, constituye una
excepción á esta regla: es actualmente una de las naciones más densamente
pobladas de Europa, sin ser por ello y sin que pueda serlo en lo futuro una
gran nación industrial; pero exepción corrobora nuestra afirmación, puesto que
lo que se demuestra con ella es sólo la resistencia extraordinaria de Italia
para retener una población superior á su fuerza y medios; y como esta población
crece siempre y desborda, la emigración de millares de sus hijos es el forzado
tributo que paga á una necesidad superior é ineludible: la de hacer posible,
dentro de ella, la vida útil y civilizada para los italianos.
Se
habla mucho del desarrollo industrial de Italia del norte. Somos de los que lo
aplauden y admiran; pero creyendo que no puede pasar de los límites discretos
que la naturaleza señala.
La
industria italiana se ha desarrollado debido, principalmente a la concurrencia
de los factores: el proteccionismo y los bajos salarios que ganan sus clases
obreras, á los que se puede agregar un tercero: la utilización de sus
abundantes caídas de agua para la producción de la energía eléctrica. No
obstante, que con el proteccionismo asegura la industria italiana el mercado
interno, sus condiciones económicas son tan desventajosas respecto de las
grandes naciones industriales, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia,
que tiene planteado este dilema: el costo de producción debe ser pequeño ó la
industria imposible; de ahí que los salarios no puedan mejorar en proporción
apreciable, mucho menos igualar á los que gana el norteamericano. Italia no
podrá libertarse del salario relativamente bajo; no podrá, por lo tanto,
libertarse del grueso tributo que paga á la emigración. Hay, dice Raffalovich
(página 502 del Marché Financiar, 1909-1910), “una relación estrecha entre la
situación industrial, la necesidad de mano de obra y la emigración; la intervención
del estado es impotente. Tan largo tiempo como los americanos paguen salarios
más elevados que la Europa, la emigración continuará”.»
Damián
M. Torino, El problema del inmigrante y
el problema agrario en la Argentina. Buenos Aires, 1912.
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