«Antecedentes
sobre el crecimiento de la población por el aporte inmigratorio.
1.
–El fenómeno migratorio.
En
todos los momentos de la historia se han producido grandes movimientos de masas
humanas de uno a otro país. Esto es lo que se llama migración, aún cuando se aplica también igual calificativo al traslado
de personas de una región a otra, dentro del mismo país.
El
concepto de inmigración y emigración se deriva de ese movimiento
de personas y es ya de público dominio su significado. No obstante, puede
decirse en términos generales, que es emigrante el nacional que abandona su
país de origen. Se transforma en inmigrante en el país de llegada o adopción.
Los
nuevos países de América, pobremente poblados, necesitaron el aluvión de
emigrantes de otros continentes, especialmente de Europa, para convertirse en
naciones progresistas.
Todas
las naciones necesitan el elemento humano para desarrollarse económica y
socialmente. Luego, cuando están superpoblados ayudan la emigración.
El
afán de progresar induce al inmigrante a dejar su país para encontrar otros
horizontes donde desarrollar sus aptitudes con mayor beneficio. En su patria
natal lucha con muchas dificultades, porque la tierra es cara o porque está
superpoblada, porque existen altos impuesto, etc., y su espíritu de empresa no
encuentra aplicación. Otras veces es la aventura la que lo mueve a trasladarse
a otras tierras y también causas especiales como pueden ser las guerras, las
persecuciones políticas, religiosas o raciales. En algunos casos, aunque poco,
el inmigrante debe abandonar su patria por causa de destierro.
En
general, los que emigran de un país lo hacen voluntariamente y este fenómeno
determina consecuencias económicas y sociales. El país de origen pierde una
fuerza de trabajo, que representa un valor económico que se incorpora al país
de inmigración, pero como a su vez –si existe superpoblación– se descongestiona
el mercado de trabajo, disminuyendo la oferta de mano de obra, se benefician
los trabajadores nacionales que quedan. Asimismo, el país de emigración gana,
porque los emigrantes envían a sus familiares o parientes parte de sus ahorros
y establecen una fuente de transacciones comerciales entre los dos países.
Desde
el punto de vista social, la incorporación de nuevos pobladores en el país de
inmigración, determina la creación de nuevos hogares, con todas las
consecuencias inmediatas.
La
inmigración –para considerar el aspecto pasivo del país que la recibe– es voluntaria cuando el inmigrante abandona
libremente su patria, pudiendo volver cuando quiera (como es el caso de la
llamada “inmigración golondrina” que parte de su país de origen para recoger
las cosechas en otro país y luego volver con el producto de su trabajo, etc.),
y es forzada cuando el inmigrante
abandona su país por causa de fuerza mayor, ajena a su voluntad.
La
verdadera y fructífera inmigración –dice Moreno Quintana–, es aquella que
ingresa al país de adopción compenetrándose en su economía[1].
Las
migraciones en otros tiempos muy numerosas, eran más bien movimientos
desordenados de masas en los que cada individuo no obedecía más que a su
vehemencia personal o a una sugestión colectiva poco ilustrada, mientras que
ahora se convierten progresivamente en movimientos reflexivos, sistemáticamente
organizados[2].»
Fernando
Arturo Bidabehere, El problema
inmigratorio. Sus características en la República Argentina. Trabajo
premiado por la Facultad de Ciencias Económicas. Buenos Aires: Librería y
Editorial “El Ateneo”, 1940.
Imagen: fotografía de inmigrantes en el puerto de Buenos Aires.
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