viernes, 31 de julio de 2015

Veinte días de un socialista en la Roma de Mussolini, de Folco Testena (1933 aprox.)



“El pueblo italiano – nadie lo sabe mejor que nosotros que hemos pasado casi toda nuestra vida allende el océano – cuando se alejaba de su pueblo natal, se alejaba para dirigirse a un puerto de embarque, y el buque lo llevaba a otros continentes, colaborador precioso e indispensable del progreso de otras naciones, que no siempre tenían para ellos gratitud justiciera. Todas las ciudades del continente americano al sur y al norte, que han surgido en los últimos ochenta años, han sido construídas por obreros y artesanos italianos. Los harapientos de Italia, con el arado y la cuchara, siguieron ignaros, la misión de Roma. Aquellos italianos que no conocían su propia patria, creaban la patria de los demás: creaban las ciudades, los hijos para poblarlas y el trigo para alimentarlas. Y quedaba ignorados por la patria antigua, que, sin embargo, disfrutaba de sus ahorros, juntados, casi siempre, a costa de renuncias y sacrificios.
¿Puede haber algo más sorprendente, más espontáneo, más conmovedor del patriotismo tenaz y siempre alerta de los emigrados italianos, quienes, en la mayoría de los casos, no recordaban de su patria sino la miseria de un pueblito perdido en las matas de los Apeninos?”



Folco Testana, Veinte días de un socialista en la Roma de Mussolini. Buenos Aires, Ediciones Argentinas Cóndor, 1933 (aprox.)

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