“Nosotros los italianos hemos
dado muchas veces nuestra sangre para la defensa de la libertad argentina,
cultivamos y poblamos la tierra inculta y desierta. La enorme red de ferrocarriles
está bañada por sudor de nuestros trabajadores, obra nuestra son las nuevas
ciudades… esta gran capital debe a los hijos de la Italia su evolución material
y también la intelectual. Pero los argentinos, con una ostentación que lastima
nuestros sentimientos, hoy se olvidan de todo esto, entrecruzan el azul y
blanco de su bandera con el rojo y amarillo de la española, su fiereza
republicana se doblega frente a la majestad soberana de la Vieja Infante que
por el momento la personifica, y ciertamente en homenaje suyo, ferviente
católica, por cinco días ondeó en la punta mayor del municipio bonaerense en el
puesto de honor, la bandera del papa-rey.
Si cada casa italiana hubiese
expuesto la bandera tricolor, si cada pecho de nuestros connacionales hubiese
lucido los colores de la bandera, entrelazada, si nuestros hijos con este signo
exterior hubieran afirmado su origen, aquí, en la Argentina, la representación
de todos los gobiernos del mundo para la gran fiesta habida, se hubieran
preguntado si aquí, más que una América española no había una América italiana.”
“La Commemorazione del Centenario”
en Il Maldicente, 29 de mayo de 1910.
Citado en El miedo a la inmigración
de Hebe Clementi. Buenos Aires: Leviatán, 1984.
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