sábado, 25 de junio de 2016

Motu proprio, de Victoria Ocampo (1977)



«Yo había iniciado mis colaboraciones en La Nación con un artículo sobre el Canto XV del Purgatorio. Me pidieron otro comentario. Pero yo ya estaba lanzada en algo más ambicioso que un breve escrito adecuado a un diario. Me atreví a trepar por la escalera empinada y glacial de la Biblioteca Nacional para llevarle algunas páginas del mamotreto al talentoso Cancerbero de esa fortaleza. Imprudente ocurrencia. Groussac se equivocó, no en su certero juicio de crítico erudito, sino respecto a mis propósitos y ansias. Me escribió una carta que conservo […] afirmaba que demasiado se había comentado La divina comedia. De no aportar un dato inédito o un enfoque original, más valía dejarla en paz. Me aplicó un sinapismo cuyas virtudes revulsivas le parecieron necesarias: echó mano de la palabra “pédantesque” en francés, con sus resonancias satíricas. Me aconsejó que escribiese sobre un tema más a mi alcance, más personal.
En aquel momento no tuve presente su acerba crítica al Sarmiento de Rodin que, salvando las distancias, me hubiese reconfortado. Yo era una inexperta principiante y no tenía el derecho de replicar […] Quedé anonadada. ¿Algo personal? Este hombre no se daba cuenta de que nada era más personal para mí, en ese momento, que La divina comedia. Formaba parte de mi autoeducación.
Poco faltó para que tirara al canasto las notas acumuladas durante meses de lectura. Por suerte, el amigo, que no era escritor, supo devolverme la calma cuando se enteró del contenido de la carta. “¿De cuándo acá te acobardás porque un señor que sabe mucho, pero que no te sabe a vos, dictamina que no has de escribir sobre un poeta que te atrae? A las primeras de cambio te das por vencida. Así no llegarás a nada. Te desconozco. ¿Qué te importa que califiquen de pedantería lo que no es?”
En efecto, me constaba que mi comentario de La divina comedia, bueno o malo, no guardaba la menor relación con la pedantería. En ese sentido fallaba el diagnóstico de Groussac. Yo me asomaba con fervor al mundo que un temperamento afín al mío (subrayo temperamento) descubría en las hondonadas de su ser. También yo estaba perdida en la selva. En Dante había encontrado lo que exigía mi equilibrio: un poeta preocupado por las leyes y el significado de la vida; en otras palabras un poeta filósofo.»


Victoria Ocampo, “Motu proprio”, Revista de la Universidad de México, 12: 25-28.
Fotografías: Victoria Ocampo. Paul Groussac.

jueves, 9 de junio de 2016

Autobiografía, de Victoria Ocampo (1952)



«Como yo seguía en ese momento, los courses de Hauvette sobre Dante, hablábamos [Victoria Ocampo y el pintor Dagnan Bouveret] de la Divina Comedia. Yo le contaba, con entusiasmo, mis impresiones de colegiala. Tantos comentarios le hice que decidió colocar en la mesa en que yo me apoyaba (para el retrato) una cabeza de Dante que tenía en el atelier. A mí me pareció perfecto. Pero cuando se entera-ron en casa de la presencia de una “lírica hiena” (como diría Ortega en un futuro prólogo) en la composición de un retrato mío, le hicieron notar, con diplomacia, al pintor, que ese nuevo adorno no le iba a una chica de diecinueve años y que resultaría pretencioso, o sería interpretado como manifestación de un ridículo basbleuisme. Dagnan contestó que mi afición por Dante le parecía justificar plenamente “el adorno”, pero que estaba dispuesto a borrarlo y reemplazarlo por unos pensamientos o una rama de laurel en un florero. Así lo hizo. Nos separa-ron, pues, a Dante y a mí, en efigie, y el mundo vegetal ocupó su lugar sin (en mi memoria) “briser son absence”. Tan no la quebró que mi primer artículo, publicado en La Nación, fue un comentario sobre la Comedia (diez años después....es decir después de diez años de navegar contra viento y marea). Mis entusiasmos, CUANDO NO HAN SIDO DEFRAUDADOS, han sido tenaces y tentaculares como la glicina.»


Victoria Ocampo, Autobiografía II. El imperio peninsular. Buenos Aires: Sur, 1952.

Retrato de Victoria Ocampo por Dagnan Bouveret (1910). Propiedad: Villa Ocampo (San Isidro, Buenos Aires).
Bosquejo de retrato de Victoria Ocampo por Dagnan Bouveret (1910). Propiedad: Villa Ocampo (San Isidro, Buenos Aires).


Imágenes:

sábado, 4 de junio de 2016

"Los amantes" de Silvina Ocampo: Paolo y Francesca



«No las puedo olvidar: una era más grande que la otra. Eran amarillas con dibujos negros. Parecían un enorme pensamiento. Las vi una mañana a fines del invierno haciendo el amor en un camino. Al principio creí que eran dos hojas caídas de un árbol llevadas por el viento. Solas, tan juntas y apretadas estaban; una de ellas arrastraba a la otra. El viento las derribaba a las dos. Volvían a levantarse y volvía el viento a derribarlas como si fueran de papel. Así siguieron luchando contra el viento sin sentirlo, ensimismadas, enamoradas, enloquecidas. No podía dejarlas, no, no podía, en aquel camino de invierno. Me arrodillé y las tomé de las alas. Las sentí palpitar entre mis dedos como si dieran gritos. Las llevé hasta mi casa. Allí las dejé en el borde de la ventana donde seguía soplando el viento. Almorcé sintiendo que era un acto muy vulgar almorzar en el momento en que dos mariposas hacían el amor en el borde de una ventana. Fui corriendo varias veces a verlas. El viento seguía soplando y una de las mariposas seguía arrastrando a la otra, y la otra seguía adherida a ella como un alfiler. Y el mundo había desaparecido para ellas.»

Silvina Ocampo, «Los amantes». En Las repeticiones y otros relatos inéditos. Buenos Aires: Sudamericana, 2006.




«Io venni in loco d’ogne luce muto,
che mugghia come fa mar per tempesta,
se da contrari venti è combattuto.                                  

La bufera infernal, che mai non resta,
mena li spirti con la sua rapina;
voltando e percotendo li molesta.                                 

Quando giungon davanti a la ruina,
quivi le strida, il compianto, il lamento;
bestemmian quivi la virtù divina.                                   

Intesi ch’a così fatto tormento
enno dannati i peccator carnali,
che la ragion sommettono al talento.                           

E come li stornei ne portan l’ali
nel freddo tempo, a schiera larga e piena,
così quel fiato li spiriti mali;                                            

di qua, di là, di giù, di sù li mena;
nulla speranza li conforta mai,
non che di posa, ma di minor pena.                             

E come i gru van cantando lor lai,
faccendo in aere di sé lunga riga,
così vid’io venir, traendo guai,                                        

ombre portate da la detta briga;
per ch’i’ dissi: “Maestro, chi son quelle
genti che l’aura nera sì gastiga?”».

Dante Alighieri, Inferno, Canto V, Divina Commedia.


Imágenes: 
“Paolo e Francesca”, por Gustave Doré (1861-1868).
“Paolo e Francesca” por Ary Scheffer (1835).
“Il cerchio della lussuria: Paolo e Francesca” por William Blake (1824-1827).


viernes, 3 de junio de 2016

3 de junio: Día del Inmigrante Italiano en la Argentina





«Llegan como el otoño, repletos de semilla,
vestidos de hoja muerta.»

(Leopoldo Marechal, “Descubrimiento de la Patria”, Segundo día La Patriótica, Heptamerón. Buenos Aires: Sudamericana, 1966.)


La Ley Nacional N° 24561 del 20 de septiembre de 1995, del Honorable Congreso de la Nación Argentina, instituyó el 3 de junio como
«Día del Inmigrante Italiano»,
en homenaje al nacimiento del General Manuel Belgrano,
creador de la bandera argentina
e hijo de Domingo Belgrano y Peri, comerciante, inmigrante italiano oriundo de Oneglia (Liguria).

miércoles, 1 de junio de 2016

"La partenza, il distacco". Escena del film Nuovomondo, de Emanuele Crialese (2006)



“Nuovomondo”.



Regia: Emanuele Crialese.
Sceneggiatura: Emanuele Crialese.
Fotografia: Agnes Godard.
Montaggio: Maryline Monthieux.
Scenografia: Carlos Conti.
Musiche: Antonio Castrignanò.
Interpreti: Charlotte Gainsbourg, Vincenzo Amato, Aurora Quattrocchi, Francesco Casisa.
Produzione: Rai Cinema, Titti Film, Memento Films, Respiro.
Distribuzione: O1 Distribution.
Paese: Italia, 2006.

“L’emigrante fortunato in Argentina” (anónimo)


«È nachio en Italia in Latisana
Un pueblisito cico sucio e nero.
Un primo mio en Mendoza bodeghero
Me gliamò aglià por coltivar manzana.

Ma trabaçar de tarde alla magniana
Come un peón al vento del Pampero,
No me gustò, compré un almacenero
Para vendèr porotos i banana.

Al empiezare me nomavan gringo
Me dipresiavan come fusse mato
Porchè de mi povressa sempre fingo

Ora che plata i che rivero ho fato
Compagnieros non chiero i los respingo
Chiero en Italia regrèsar un rato

Citado en Franzina, Emilio (1996). Dall’Arcadia in America. Attività letteraria ed emigrazione transoceanica in Italia (1850 – 1940). Torino: Edizione della Fondazione Giovanni Agnelli.